Un caco cayó desde la cubierta de mi casa, al colchón del camastro de mi consuegro .
No consiguió cascarse la cabeza, con el canto de la cama .
Corrió con cautela por las calles de la ciudad . Caminando, ya cansado, cogió una camioneta, y con tal celeridad condujo, que al canal cayó y su cabeza cascó .
No concluye la carrera de tan célebre carterista, sino cuando el comisario cacheó a este consagrado caradura, que cansado y cabizbajo en la cárcel confesó .